mal de muchos...



Desde que el hombre es hombre (y antes tambien) ha prevalecido como mecanismo de "defensa" la idea de la identificación. Buscar en el otro aquello en lo que percibo una afinidad, una sensación de pertenencia. Esta premisa puede aplicarse en miles y miles de episodios de nuestras vidas. Desde lo más pequeño a lo mas grande, desde lo mas personal a lo mas superficial.

La identificación o pertenencia nos genera una (¿falsa?) percepción de seguridad. Formar parte de un todo despeja y diluye cualquier fantasma de vulnerabilidad. Saberse un eslabón de una cadena hace de nuestro tránsito por la vida una experiencia mas agradable y llevadera.

A las pruebas me remito.

Reconocer a un compatriota estando lejos de nuestra patria dispara, inexorablemente, una reacción. Podrá ser la primera (y ultima) vez que intercambies palabras con aquél sujeto pero tendrás una insólita afinidad que no tienes ni con tu madre.*

*Este ejemplo no aplica entre argentinos ya que, normalmente, cuando identificamos CON FACILIDAD a uno de nuestra especie en el extranjero, procuramos cambiar rapidamente el acento y mas rapidamente de dirección.

Otro ejemplo. Por esto pasé muchas veces. Cuando en el colegio nos entregaban las notas de algún examen siempre resultaba mas reconfortante saber que nosotros no eramos los unicos imbéciles a los que les había ido, nuevamente, muy mal. La sensación de formar parte de un grupo (de imbéciles en este caso) nos daba un plus para seguir intentando...intentando cambiar de grupo de identificación...

Algunos modelos de identificación son voluntarios y fruto de una elección intima y personal...ser hincha de un equipo, ser afín a un partido político, profesar determinada religión, tener dterminada orientación sexual...

Otros no.

Los diabéticos no elegimos serlo. Nos tocó y tratamos de llevarlo de la mejor manera. Algunos con más facilidad que otros. No le pidan a un novato que se desayune la noticia y les ponga cara de feliz cumpleaños enseguida.

Saber de otro diábetico genera los mismos mecanismos de identificación que les mencioné anteriormente. La idea, cruel, de que a otro le pase lo mismo que a uno origina una sadomasoquista comunión entre esas personas. El otro sí sabe lo que es una hipoglucemia y no de haberlo leído en una revista. El otro sí sabe lo que es clavarse una aguja sin fines de lujuria o placer.

El otro es, en cierta medida, nuestro reflejo. Por eso nos identificamos. Por eso sentimos y creemos que nos pasa lo mismo. Por eso se crean los grupos. Por eso se juntan. Por eso dan una parte de sí para formar un todo. Pierde peso y sentido la pregunta autoflagelante del ¿porqué a mi? cuando todos se preguntan exactamente los mismo que uno.

Llegó mi jefa...me tengo que poner a trabajar...sigo en un rato

un par de horas mas tarde

Retomo.

Si ademas de ser diabetico/a la persona es famosa entramos en un terreno que trasciende la mera identificación. Pasamos a una curiosa sensación de admiración. De repente no sólo el hijo del vecino es diabetico sino que Halle Berry también! Si hasta Elvis Presley era de los nuestros!!!.

Cuanto más alentador es que la persona diabetica sea una figura del deporte mundial. Esto da por tierra con cualquier idea de limitación que pudiera tener el diabetico a la hora de practicar un deporte de exigencia. Tipos como Adam Morrison en la NBA o Jay Cutler en la NFL nos demuestran que tener diabetes no es , bajo ningún concepto, un obstáculo para estos muchachos. Y así debe ser.

Cuando hablamos de "famosos" con diabetes me inclino por el ejemplo que pueden dar los deportistas. La exigencia para ellos es mucho mayor y el ejemplo que le pueden dar a la comunidad diabetica es mayúsculo. Que Halle Berry sea diabetica es una nota de color. No creo que actuar (y menos como actúa ella) le signifique un esfuerzo físico importante!.

Lo de Nick Jonas de los Jonas Brothers (que no tengo el gusto de haber siquiera escuchado) es distinto. Que un icono adolescente le haya dedicado una canción al tema de la diabetes es importante. Si el tipo tiene una llegada y una convocatoria que no tiene cualquier hijo de vecino es loable que apoye la causa.

Cada uno de nosotros encara la enfermedad como quiere y puede. Cada uno desde su lugar trata de darle al otro ese empujoncito, esa mano para que el sinuoso y empinado camino de la diabetes sea mas transitable. Buscamos cambiar el eje. Que la pregunta deje de ser ¿porqué a mi? para pasar a ser ¿que puedo hacer por los demás?

No estás solo.

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