creer o reventar



agradecimientos: A Susan P. Cooper por su sorprendente capacidad para inflar globos sin perder esa mirada angelical en una tarde nublada en Topeka, Kansas.

Agnosticismo


El agnosticismo (del griego α- a-, sin + γνώσις gnōsis, conocimiento) es una postura filosófica en la que el valor de verdad de ciertas afirmaciones— particularmente metafísicas respecto a la teología, el más allá, la existencia de dios, dioses, deidades, o una realidad última— es incognoscible o, dependiendo la variante de agnosticismo, imposible de adquirir su conocimiento debido a la naturaleza subjetiva de la experiencia.

Más que una experiencia religiosa

Mi relación con Dios y su gente siempre ha sido difícil. Como he mencionado en alguna oportunidad, llegamos a un acuerdo por el que yo no creo en él y él no cree en mi. Remontandome a mi tierna infancia, época en la que la tele recién se vestía de colores y tener un celular implicaba patrullar en la policía, es donde encuentro los primeros indicios del porqué de tan lapidario pacto con EL señor y los suyos.

Mis primeros dos años de vida en Buenos Aires (de los que guardo el confuso y engañoso recuerdo que nos devuelven las fotos de antaño) y mis primeros dos en el Distrito Federal Méxicano (de los que tampoco recuerdo un rábano) no cuentan. Con tan sólo 4 años de vida uno no tiene el tiempo ni el discernimiento para preocupaciones existenciales (gracias Chu).

Recién 1978 comienza a devolverme imágenes reales y no recuerdos prestados en papel kodak. Fue el año en que Argentina ganaba el nefasto mundial de fútbol en Buenos Aires, en un estadio colmado de gente que gritaba tan fuerte como gritaban no muy lejos los secuestrados y torturados por el gobierno militar de turno. Nosotros, en México, ajenos a una alegría que era tan lejana como estas tierras.

1978 fue el año en el que mi madre nos llevó al cine Ariel a ver Superman en una tarde lluviosa. Muy lluviosa. Tan lluviosa que chocamos en el camino de ida. Cuando llegamos, tarde, al cine, Kripton se desmoronaba como el Volskwagen Brasilia de mi madre en el estacionamiento. Hubo un antes y un después de Superman y un antes y un después con Dios (ambos personajes de ficción).

Un par de días después de ver la película y con toda la maquinaria de la imaginación infantil al servicio del ocio y el tiempo libre, decidí calzarme un traje de baño rojo encima de mis pantalones pijama azules. Una versión reducida del hombre de acero. Algo así como el niño de alambre. No me olvido más. Mirando el techo como queriendo perforarlo con la mirada hasta llegar a ver el cielo y con una devoción y un entusiasmo que hubieren conmovido al mismísimo Adolph Hitler, le pedí, le imploré y le exigí a Dios que me diera la fuerza para poder volar. Sin recibir respuesta clara y elocuente y ningún tipo de señal que demostrara que el mensaje había llegado por lo menos a su buzón de entrada (que seguramente estaría saturado) me subí a la cama y mirando nuevamente al techo/cielo me lancé al piso para levantar vuelo...y volé.

Mi vuelo fue corto y mi caída estrepitosa. Mi madre irrumpió en la habitación y se encontró con un cuadro que rozaba con lo patético...bah le pegaba de lleno. Traté de explicarle que estaba "jugando" a Superman y que me había tropezado. Cuando se fue me senté en el borde la cama y busque "explicaciones" en el techo. Nunca me mandaron nada. Una señal. Una disculpa. Un vale por una cena. Nada. De hecho, sigo esperando. Ayer, casualmente, me enteré que un tipo le quiere hacer juicio a Dios por los desastres naturales!!!. Lo mas gracioso no es eso...Lo cómico es que no pueden hacerlo porque no tiene domicilio conocido!!! Y NO ES BROMA!!!. Yo no llegué tan lejos. No buscaba un resarcimiento económico. Ni siquiera un resarcimiento moral. Pero desde ese día dejé de creer en ellos. En el todopoderoso y en Dios.

¿Que hubiese pasado si, enceguecido por la fe, en vez de saltar de la cama hubiese saltado por la ventana, emulando al hombre de acero?. A falta de Dios ¿Me hubiese salvado la mano invisible del ahora difamado Adam Smith?. Nunca lo sabremos.

Un par de años mas tarde fuimos al cine a ver Superman II. Esta vez no chocamos en el camino al cine y tampoco me calcé el traje de baño rojo sobre mis pijamas azules al volver a casa. Ya no me entraban. A Superman lo cambié por Spiderman. Pasé del hombre de acero a algo un tanto mas terrenal. ¿Y que creen?. Desde que llegó Sara y no logro pegar un ojo vivo caminando por la paredes!!!.

¿Dios? Hace rato que no se nada de él. Pero cuando lo vea le voy a regalar mi traje de baño rojo.

(nota de la redacción: Probablemente se pregunten ¿Donde hace esta reflexión mención a la diabetes?. Pues en este post no la hay. Les recuerdo que tengo diabetes y no que soy diabetico. Con esto quiero decir que la enfermedad es solamente una circunstancia mas de vida y no el centro de la misma. ¿Acaso podrían escribir un blog sobre las ladillas por dos años sin desviarse un poco del tema?)

Comentarios

Anónimo dijo…
¡Clap, clap, clap, clap!
Gran post Pablo, te felicito. No podías explicar de mejor manera el agnosticismo... Algo más que tenemos en común ;)
Anónimo dijo…
Al final, y aún que resulte difícil de ver, pero estás volando... Cada vez que le mirás la carita y te hace esas muecas o te "habla" solamente a vos… no te hace sentir que estás fuera de este mundo? Tal vez en Kriptón, por que en el momento que la tenés en brazos sentís que no podés ser más fuerte. Y tal vez elegir saltar de una cama y no de una ventana fue esa "mano invisible" que te necesitaba por estos pagos. Así hoy podés entender cada día que la ves crecer que realmente hay algo más allá de nuestra comprensión y ser padres nos pone a todos un poco más en comunión, tal vez con nosotros mismos, tal vez con algo más pero en definitiva más creyentes. Cyn

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