Grandes poderes implican grandes responsabilidades



Desde que tengo uso de razón (hace 4 o 5 años) he tenido una gran admiración por los superheroes. Una enorme pila de comics así lo atestigua...aun hoy. Mi personalidad marcada por una profunda timidez que rozaba con lo autista, fruto del padeciemiento de experiencias dignas de Josef Fritzl, me llevó a sumergirme en un mundo de fantasia y ficción. De todos, mi favorito siempre fue el Hombre Araña (tengo una foto con un imitador barato de él en un trencito de la alegria en San Bernardo). Los miércoles tenía una cita obligada con la lectura de la historieta. Veía desde la ventana de mi habitación a mi abuela Luisa cruzando la avenida Ejercito Nacional, esquivando autos, yendo al puesto de revistas a buscar mi historieta. Pocas fueron las veces que volvía con las manos vacias. Sin embargo, cuando ello acontecía, mi frustración era indescriptible. Los miércoles eran un día sagrado...y así fueron durante toda mi estadía en el Distrito Federal Méxicano.

Fueron ciertas caractceristicas del personaje, de su alter ego Peter Parker (nerd, antisocial y poco popular)las que me llevaron a identificarme y a rendirle culto. Para aquellos herejes que no saben de que estoy hablando,les cuento que..."Durante una visita a una exhibición científica, Peter Parker fue picado por una araña que había sido expuesta a los experimentos radiactivos que allí se llevaban a cabo. Esto provocó que adquiriera poderes sobrehumanos: la velocidad, fuerza y agilidad proporcionales a las de una araña de su tamaño; un "sentido arácnido" que le advierte del peligro y la habilidad de adherirse y desplazarse por cualquier muro o pared"...

¿Impresionante no?

A mi no me mordió una araña. De hecho todavía no se bien que me picó. Mi velocidad, fuerza y agilidad son proporcionales a las de una ameba. El que me advierte de un peligro inminente es mi medidor de glucosa y mi , cada vez mas deteriorado, "sentido hipoglúcemico". A diferencia del Hombre Araña, yo tengo una inmensa facilidad para adherirme, solamente, a la cama.

Mas allá de jugar con las fantaseosas comparaciones, quiero apuntar a lo siguiente.

Yo no elegí tener diábetes. No medió exhibición cientifica alguna el día que me la diagnosticaron. Lo que si elegí fue no cruzarme de brazos. Elegí llevar la vida de la mejor manera posible sabiendo que es la que tengo y la que me tocó. Elegí no seguir perdiendo el tiempo con preguntas que no tienen ni respuesta ni sentido. Elegí, una vez superada la incertidumbre inicial, levantar la cabeza y seguir adelante. Elegí escribir lo mas posible sobre lo que siento y sobre lo que me pasa. Elegí y entendí que si ayudo a una persona, que si le doy esperanzas a un familiar o a un amigo de una persona con diábetes, estaré haciendo bien mi "trabajo".

Ya lo decía el Tio Ben :

Grandes poderes implican grandes responsabilidades

Comentarios

Anónimo dijo…
no tengo mucho que decir, solamente que me emocionó el recuerdo...

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